martes, 12 de junio de 2012

libro de una obstetriz



 EL QUIPUS  Y LA COMADRONA





Era primero de mayo del 2001 me dirigía a un pueblo muy lejano llamado Pampas pertenece al departamento de Huancavelica Perú, iba a realizar mi servicio rural urbano marginal (serum), a un puesto de salud que estaba cerca de la plazuela del pueblo; contábamos con muchos profesionales como: médicos, enfermeras, radióloga, odontólogo y yo que soy Obstetriz.

Recién había terminado la universidad, tenia toda las ganas de trabajar era una alegría mezclado con miedo sin contar el frió que caracterizaba a esta zona de la sierra.

Cuando me iba  acercando al pueblo en el único bus que subía, soñaba que los pobladores me esperarían con banda de músicos andinos, como contaban colegas que pasaron  por aquí años atrás, cuando llegue al pueblo mire por la ventana del bus, podría describir un lugar rural lleno de vegetación como si estuviese viendo una pintura rupestre,  a mi alrededor habían muchos valles, praderas ¡oh Dios que hermoso lugar¡ buscaba a la gente que en mi pensamiento me estaban esperando, miraba a un lado y al otro pero me di con la sorpresa que el único que estaba y me dio la bienvenida fue el ladrido de un perro, el pobre estaba hueso y pellejo; el bus me dejo cerca del centro salud; baje me llamo la atención la pared de la parte de afuera del centro, me la quede mirando pude ver la pintura de una madre amamantado a su bebe con una obstetra a su costado, pero el rostro de la obstetriz estaba borrado y pensé quien habría echo tremenda travesura, respire hondo casi como un suspiro  por fin me anime a entrar, encontré a la enfermera una mujer de unos 40 años me miro y me dijo:¡me llamo Vilma¡ saludándome con un beso en la mejilla, ella era alta de tez blanca, con una mirada angelical; yo Camila ¡que alegría encontrar una cara amiga¡, ella se sonrió y me dijo ¡que gusto conocerte¡, ahora vamos donde el jefe que te esta esperando; pude ver de lejos al medico jefe era un hombre un poco grueso de cabello negro con lentes de medidas, tenia cara de pocos amigos, estaba reunido parecía que hablaba con gente importante; apenas me miro no salio de su boca un saludo, Vilma entro en su oficina le hablo en el oído y el medico jefe dijo que se prepare que se va de circuito, ¿Qué es un circuito? me pregunte en voz baja.

en cuanto Vilma salió del consultorio le pregunte que quería decir eso, me explico que era  algo parecido a un campamento medico; ahí realizaban visitas a pueblos lejanos, donde no habían centros de salud ni nadie quien pudiera atender la salud de los pobladores, normalmente se realizaban chequeos médicos, podíamos estar de una a tres semanas; luego Vilma me llevo a conocer a los demás veía como la enfermera serumista una chica joven de unos 23 años, Tez oscura, cabello negro y una mirada de preocupación; preparaba una mochila enorme me miro y me dijo; soy Amelia me dio una sonrisa forzada, muy cerca de ella estaba el medico serum era un hombre pequeño parecía muy delicado, se sonrió me dio la mano y me dijo te estábamos esperando mi nombre es Roberto, mas allá estaba el odontólogo era un hombre ya mayor de unos 40 años muy delgado, tenia la manía de tocarse la nariz me dijo soy Francisco, mientras se aseguraba el pasador de sus zapatos; yo veía como  todos ellos preparaban su bolso para salir, me miraban me hacían bromas y comentarios sin sentidos como; ¡no vale desmayarse¡ o ¡vomitar por el camino¡ cosas así, en ese momento se acerco la enfermera Vilma me dio una mochila y mientras me arreglaba el cuello de la chaqueta me decía ten mucho cuidado, no te fíes de los chicos son un poco bromistas y alocados;  prepárate lleva mucha ropa, abrigo, comida para el camino y todo tu instrumental de parto  para que atiendas a las mujeres de los pueblos.

Mientras acababa de alistar mi ropa y todo lo que necesitaría, entro Amelia al consultorio diciendo ya estamos saliendo Camila  apresúrate, si no llegaremos de noche y eso no nos conviene, deje mis maletas en el cambiador de ropa de mujeres, me coloque la mochila, salimos del centro medico de lejos me despedí de Vilma; poco a poco íbamos entrando por un camino muy angosto y empinado; los chicos me miraron y me dijeron ahora empieza lo bueno Camila; cuando empecé a subir las montañas cada vez mas y mas alto sentía que me faltaba el aire por la altura, Amelia  la enfermera serum decía, así es al inicio Camila ya te iras acostumbrando; yo llevaba unas zapatillas poco aptas para este tipo de caminatas, me resbalaba mucho y emocionalmente no estaba preparada para esto; el medico serum y el

odontólogo  caminaban muy rápido se adelantaron, decían que así se cansaban menos, nos quedamos atrás la enfermera y yo, ella me contaba lo duro que era ir a los pueblos a realizar el servicio rural que los pacientes eran muy exigentes, cuando en eso escuchamos como se estremecía el suelo por el taconeo de un animal, pensé que era un caballo que estaba cabalgando; cuando volteo a mirar era un toro de color negro, ojos rojos presentaba  furia; se venia embalado como si fuera un rayo, Amelia la enfermera serumista que iba delante corrió, yo detrás de ella, solo pensaba como esquivarlo o como me ayudaría el tener la mochila en la espalda, me veía atravesada por  sus cuernos; ¡oh dios¡ exclame eso no me puede estar pasando, cuando mire buscando donde esconderme, me di cuenta que no había a donde huir solo siguiendo el camino ya que a la derecha había una montaña lleno de plantas espinosa, por el lado izquierdo una  pradera inclinada hacia abajo que finalizaba en un rió, corríamos desesperadamente, Amelia decía ¡corre Camila¡ no pares, hasta que un hombre apareció de la nada le hizo un sonido con la boca y lo obligo a parar, mi corazón latía tan rápido parecía que se saldría por la boca, llorando me senté en medio del camino pensando que esto no incluía en mi experiencia como obstetriz y en voz baja decía, porque no hice caso a mi familia que me aconsejaba quedarme en la ciudad de Lima; Amelia me miraba y me decía a eso me refería Camila cuando te decía que la vida era dura en este lugar, ¡vamos¡ ¡levántate¡ me dijo ofreciéndome su mano como ayuda, continuamos subiendo por el camino angosto después de estar andando por mas de 2 horas, un hombre que venia a nuestro encuentro con un burro dándole con un látigo en el lomo, paso de manera imprudente nosotras nos hicimos a un lado, en eso el burro rebuzno y como un reflejo por nuestra presencia pateo, retrocedimos lo dejamos pasar yo dije muy enfadada a la enfermera Amelia, ¿que pasa aquí no respetan a nadie?; Amelia  respondió que para ellos nadie era mas importante que sus animales.


Paramos a descansar, nos sentamos a tomar un poco de agua y en eso pude ver a lo lejos, un pueblo muy bonito; todo era verde pero no se veía a nadie fuera de sus casas ¿será por el frió que hacia?, después de 4 horas andando por fin llegamos al pueblo de Salcabamba;brisaroma78@hotmail.com

1 comentario:

  1. hola amigos de todo el mundo esta es la vida de una obstetriz en los andes del peru te provoca leerlo

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